Una mala maña

"Los días hábiles" de Sergio Gutiérrez Negrón o el rompecabeza imposible, un ensayo de Limary Ruiz Aponte

Este ensayo apareció en Cruce, en el número de finales de enero de este año. Su autora, Limary Ruiz Aponte ha sido una lectora constante de mis novelas anteriores, y de eso se trata esto, si de algo. La reseña tiene, por supuesto, spoilers, aunque ningún texto se agota en sus triquiñuelas.

Los días hábiles de Sergio Gutiérrez Negrón o el rompecabezas imposible: la importancia de “ver la mesa” y la fuga en la colonia puertorriqueña

“Deep in your flux of silver

Those great goddesses of peace.

Stone, stone, ferry me down there.”

Sylvia Plath, Lorelei[1]

 

¿Qué es un día hábil? ¿Un día de trabajo en el que producimos lo suficiente? ¿Una escapada al cine para luego ir a comer mantecado? ¿El armar un rompecabezas?, ¿destruirlo?  ¿Los días de fuga a la playa? ¿La ruptura de la inercia? ¿La presencia inadvertida de una cucaracha en nuestro postre favorito? Estas son algunas de las interrogantes que comenzamos a formularnos tras la lectura de la novela Los días hábiles (Destino 2020) del escritor puertorriqueño Sergio Gutiérrez Negrón. En esta se plasma el complejo y enmarañado mundo de la clase trabajadora joven puertorriqueña en la cual las utopías se construyen entre ansiedades y deseos de olvido. El autor utiliza técnicas narrativas comunes y muy bien empleadas en sus pasados trabajos (Palacios, 2011; Dicen que los dormidos, 2012) para lograr un texto conmovedor y franco. Entre estas se destacan el uso de las rupturas cronológicas (analepsis y prolepsis), las descripciones cinematográficas y la intertextualidad.

La trama parece sencilla: la protagonista Carla María se encuentra ansiosa por el encuentro con Carlos Serrano, un excompañero de trabajo de su adolescencia en la heladería “The Creamery where ice cream meet heaven”. Esto la hace recordar el evento que provocó que perdiese tanto el contacto con él como con lxs otrxs compañeros: el atraco a la heladería que esta propuso. Evento que, aunque realizado, no rindió los frutos esperados, pues tuvieron que regresar resignados y devolver lo que se habían llevado porque un tapón por una huelga de camioneros los detuvo. No hubo consecuencias mayores, más allá de que después de ese día ningunx de lxs involucradxs regresaría a trabajar a la heladería. Estos son los dos Carlos, María C y Carla María. Ya de entrada con los nombres se observa el juego de dobles o con lo que parece lo mismo, pero no lo es: los simulacros vs. lo Real. A pesar de ser cuatro solo uno, Carlos Serrano, el que procura el encuentro con Carla María, fue quien pudo vivir la utopía. 

El rompecabezas

La novela presenta muy bien el mundo de la explotación laboral, del cansancio y el deseo de un mañana mejor. Ciertamente, Carla María será el personaje que mejor encarne esta idea. Ella rechaza los simulacros y va por lo Real.  Cuando la conocemos ya Carla María es adulta y madre soltera, pero sigue tratando de recomponer la historia de esos eventos, mas se le hace imposible porque desconoce muchos de los detalles del después de ese día. Hay una imagen que define lo que propongo. Cuando trabajó en la tienda, se había separado de su novio porque entendió que él era esa pieza del rompecabezas que le daba sentido a todas las demás, pero que al ponerla y armar todo el rompecabezas este dejaría oculta la mesa.  De este modo, el rompecabezas podría ser todo lo que conoce y se pude ordenar, aunque sea algo quebrado, susceptible y sin unión, pero lo que a su vez tapa lo real o lo total: la mesa. Esta imagen de no querer formar una totalidad define el centro de la historia. La inconformidad de este personaje es lo que la lleva, sin poder articularlo bien, a buscar la utopía de la libertad y la que contagia en otros/as/es que la acompañan

Si pensamos nuevamente la imagen del rompecabezas y la mesa, podríamos pensar en esa mesa como lo Real, en términos lacanianos aquello que no se puede aprehender, pronunciar, pero que se desea alcanzar. Por tanto, “este mirar la mesa” se convierte en un deseo que genera otros deseos como una máquina de deseos sin fin que logra escapar de la lógica de producción capitalista; lo que recuerda a lo propuesto por Guilles Deleuze y Félix Guattari en Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia. Es ese deseo de Carla María de lo Real/utopía lo que la lleva a sentir ansiedad en su día a día y proponer el robo de la tienda. El narrador extradiegético, en ocasiones voice over cinematográfico, comenta que para Carla María eran las situaciones “sin ninguna posibilidad de reinterpretación las que hacían que se le trincara los músculos del cuello, que se le cortara la respiración y que comenzara a sentirse ahogada, ansiosa” (Los días hábiles 79).

Por eso, Carla María en su juventud apuesta por lo impredecible para poder sentirse en el mundo. Cuando se encuentra con Carlos Serrano se entera de las piezas que le faltaban para experimentar esa sensación de lo Real. Serrano le cuenta que lxs había seguido tras el atraco y había insistido hasta llegar a Utuado, lugar escogido por María C para poder comenzar su vida fuera de la máquina capitalista/ingenio/ heladería[2]. Ese Carlos, quien había dudado en un principio del plan de la fuga, llegó allá a pesar del tapón y se quedó una temporada… aunque luego regresa, se casa y sigue la rutina de los días hábiles, los días de producción capitalista.

La fuga

Carla María se entera de lo que Serrano había hecho el día del robo tiempo después de su primer encuentro. En la imagen final de la novela Carla María y Carlos Serrano quedan entrelazados por la complicidad de esa búsqueda de la utopía en la fuga:

[…] aquel exceso al que se llega al ir un poco mas allá del horizonte de lo posible, de la amistad, y se dijo que quizás esta vez no tenían que irse tan lejos para huir, para armar de otro modo de estar que tanto necesitaban, que quizás allí podían también armar aquella carencia que buscaban y en la que coincidieron alguna vez y a la que, de repente, solo se ocurrió llamar utopía. La palabra le supo tan extraña, tan rara y refrescante que supo ya, que esto era todo, que podía saltar; que saltarían, juntos, al precipicio. (Los días hábiles 242)

¿Qué implica estar en la fuga? Volvamos a Deleuze, este propone que para combatir la máquina de la guerra/capitalista el nomadismo es necesario. El nómada es aquel que está entre dos puntos y siempre anda en movimiento: en fuga; y así se pasa estriando el espacio liso o estriándolo constantemente como resistencia (Deleuze 385). Estxs amigxs, uno pudo experimentar por un momento ese sentir y la otra vivió la desilusión de ese fracaso, pero en su encuentro, pueden estar en fuga, en la utopía que transciende la realidad capitalista, colonial y triste de la sociedad puertorriqueña. Es decir, los hace poder ver mas allá del rompecabezas y ver la mesa con esperanza de un estar juntos.

Resulta interesante que la apuesta del autor a la salida se de al interior de la isla como varias tradiciones literarias puertorriqueñas[3], sin embargo, ante la imposibilidad y fracaso de esta queda anulada como concretización y se convierte en los deseos compartidos (la amistad /amor) la única solución para seguir en fuga o el nomadismo.

Los personajes que huyen comparten en sus nombres la letra C, lo que hace un juego interesante con los dobles y las multiplicidades desde las diferencias. El Carlos que participó en el robo y se fue en el carro con la protagonista, a pesar de ser el más cercano a esta, resulta al final el más distante; María C, la soñadora que se refiere a Sylvia Plath[4] y lee ficción entre turnos, tuvo que irse con su madre a Kissimmee y así todos van quedando sumidos en la corriente, en la pausa que el sistema colonial ejerce: en la inercia colonial.

Es una novela conmovedora en la que los personajes se convierten en reflejo de la realidad y rivalidades sin sentido de un país colonizado en el que la palabra utopía y libertad se convierten en deseo y cuyo fin solo se puede alcanzar al lanzarse a la fuga o a la solidaridad absoluta. Es un texto importante de la literatura puertorriqueña por ser una radiología contemporánea de nuestra realidad.  La visión de mundo que queda clara es el desencanto que sirve como testimonio, de lo real, de aquello que nos duele hasta las entrañas, nos causa ansiedad y que solo algunas veces tenemos el valor de romper la inercia: ese momento cuando nos vamos de fuga o nos reventamos con gusto en el agua fría.

 

Referencias

Deleuze, Gilles, Pierre Felix Guattari. Trad. José Vázquez Pérez. Mil mesetas. Pre-textos, 2004. Impreso. 

Gutiérrez Negrón, Sergio. Dicen que los dormidos. 3ra Ed. San Juan: Instituto de Cultura

Puertorriqueña, 2017.  Impreso.

---. Los días hábiles. Ciudad de México: Destino, 2020. Impreso.

---. Palacio: una novela corta. Santurce: Libros AC, 2011. Impreso.

[1] Tomado de: https://www.poeticous.com/sylvia-plath/lorelei

[2] La imagen de la máquina ingenio se desprende de la siguiente cita de la novela: “De hecho, cuando estaban los cuatro, ellas dos y ellos dos, detrás del mostrador se transforman en un ingenio, un increíble e ilimitado aparato generador de valor” (168).

[3] Podemos pensar en La carreta de René Marqués, por ejemplo

[4] La imagen del Sylvia Plath es un tema que aparece también en la novela del autor Dicen que los dormidos. Sin embargo, en Los días hábiles se manifiesta como intertexto para ser descifrado. También encontramos una relación con la novela y el poema “Lorelai” de esta autora cuya última estrofa sirve de epígrafe e incluye el tema de la fuga. Tema que sería de gran interés continuar en investigaciones futuras.